Entrevista con Tomislav Kuljis, expresidente de ALAS y presidente de HIPERMAXI en Bolivia

“ALAS está en un proceso de revisión de sus estatutos para modernizarla, llevarla a mayor participación, que esté más al tono con los tiempos y sea más dinámica y participativa”.

Tomislav Kuljis, expresidente de la Asociación Latinoamericana de Supermercados (ALAS), en el periodo 2014-2016, y presidente de HIPERMAXI, cadena de tiendas de autoservicio en Bolivia, compartió con Darinel Becerra, director editorial de Retailers.mx, la situación que prevalece en el retail de ese país sudamericano en la actualidad, donde la inflación es del 2%, cuando a nivel mundial es del 9% en promedio; entre otros temas de interés.

A continuación, reproducimos la entrevista completa:

-¿Cuál es su percepción sobre el estado del comercio moderno, el retail, en Bolivia?

Bolivia es un país sui generis, muy especial, ya que califica como la primera o la segunda economía más informal del mundo. Aquí, el canal moderno o retail tiene la menor penetración, algunos hablan de un 15% contra un 85% de informalidad. En estos particulares momentos está muy afectada por la devaluación de los países vecinos, mucho contrabando, ilegalidad y venta callejera o ambulante.

En años anteriores veníamos creciendo parejo, pero hoy el incremento de la informalidad es a doble dígito.

-¿La industria del retail, en conjunto con el gobierno, tiene algún plan de trabajo para revertir esta tendencia?

Se está trabajando fundamentalmente en el marco impositivo, de que existan incentivos para exigir la nota fiscal o la factura. El problema fundamental de Bolivia es que tiene un régimen especial de no emisión de facturas donde se cobijan grandes comercios y contrabandistas, y los pequeños comercios tampoco están obligados a emitirlas.

Otro problema muy particular de Bolivia lo tenemos en los productos frescos y perecederos, ya que la informalidad y los pequeños comercios están exentos del IVA; y esta es gravada a los grandes comercios formales, cuando los proveedores no tienen obligación de emitir una nota fiscal. Es un sistema en Bolivia donde los gremios, los sindicatos y las organizaciones sociales son muy fuertes.

-Sumado a esta situación, el fenómeno de la inflación a nivel mundial es uno de los temas más importantes que nos están afectando, ¿cuál es su opinión sobre lo que está sucediendo en Bolivia respecto de este tema?

Bolivia es como una isla, un caso muy atípico y muy extraño porque tiene una moneda fija muy pegada al dólar, no se ha devaluado en 14 años. Tiene un tipo de cambio fijo; una tasa de interés muy baja para los préstamos destinados a los negocios, industrias  y operadores. Además, tiene fronteras muy grandes con cuatro países: Chile, Perú, Argentina y Brasil, con fronteras abiertas, con grandes devaluaciones.

Bolivia está amortiguando la inflación mundial cuando en otros países, hablamos de una media del 9%, en Bolivia es del 2%. Nos llega producto de contrabando muy barato y tenemos una política de subsidio de los carburantes y la energía, por ejemplo, la gasolina no ha modificado su precio en 27 años, el litro cuesta alrededor de medio dólar.

Todo esto hace que en este país exista una baja inflación; a diferencia de otros, la informalidad y el contrabando es el mayor problema del comercio moderno, no tanto la inflación, porque hay una presión a que los precios no se muevan. Sin embargo, es tan grande la crisis mundial, que eventualmente nos va a llegar.

Por otro lado, los intereses son al 5% en moneda nacional, cuando la inflación de alimentos en los precios es del 9%.

-Otra cuestión interesante es lo aparejado que está la moneda de Bolivia con el dólar.

Eso es a costa de la reserva de moneda extranjera que se está reduciendo. Este es un problema para Bolivia a largo plazo. En el presente, el país está muy estabilizado, muy sólido y con baja inflación.

-¿Y en el largo plazo?

En el largo plazo, el gobierno está apostando a que la situación económica se corrija a nivel mundial. Estamos esperando a que pase la tormenta, nos sellamos, nos protegemos, cuando pase la tormenta sacamos el agua, más o menos así es la filosofía. Trabajamos con una incertidumbre muy grande.

-Ante los cambios de hábitos del consumidor, debido al crecimiento del eCommerce, en algunos países en América Latina, ¿cómo lo está viviendo Bolivia en el canal moderno?

En Bolivia el eCommerce funciona. Cuando vamos a naciones y ciudades más pequeñas, el eCommerce deja de ser importante porque no hay grandes operadores.

En Bolivia, el comercio electrónico es transfronterizo, acá no hay un Amazon y un Mercado Libre como lo hay en México; operan pero fuera de fronteras, no es significativo en el tamaño. La pandemia aceleró su crecimiento, pero en nuestros números tenemos 38 tiendas y el eCommerce es nuestra última tienda en ventas. No representa ni el 2% de nuestro negocio, está estancado, ya no es lo que fue en años anteriores y durante la pandemia, cuando fue una locura, todo el mundo tenía que hacer plataformas digitales, el delivery y las entregas.

En los países pequeños y las ciudades intermedias el ir a la tienda física es una diversión, no es una pérdida de tiempo como en una metrópoli grande, como en alguna de China, donde un supermercado tenía 3 000 pedidos al día, porque atendía a tres millones de habitantes. Eso no pasa en América Latina, es un fenómeno específico de las grandes capitales.

Por esto, tenemos que hablar de urbano, rural, países, ciudades grandes o chicas. Me imagino que en una ciudad intermedia o pequeña de México, el delivery y el eCommerce es secundario, aunque ahí es posible que uno pueda comprar electrodomésticos que no están disponibles, a través de Mercado Libre o Amazon. En un país pequeño como Bolivia estos no tienen bodega, stock ni inventario, es complejo.

 

-Independientemente del eCommerce, la transformacion digital en el retail avanza en otras latitudes, con otros fines de operación, básicamente, ¿cómo ha sido la transformación digital en HIPERMAXI?

A nivel de empresa y de organización ha dado grandes oportunidades de eficientar y automatizar procesos. Prácticamente hemos logrado tomar todas las ventajas del caso, desde pedidos y reposición automáticos, pagos a proveedores electrónico, comunicación electrónica con proveedores, pedidos inteligentes. Prácticamente el papeleo y burocracia se ha digitalizado. En el back office, la transformación digital es muy fuerte.

Por otra parte, hacia el cliente hemos desarrollado una aplicación de eCommerce propia, tiene movimiento, pero solo el consumidor más curioso, innovador y de mayores ingresos, de segmento A y B, lo ha adoptado. El resto de la población trabaja por WhatsApp, Facebook y teléfono, es muy fragmentado y muy desorganizado.

-Para cerrar ¿cuál ha sido su experiencia al formar parte de ALAS, tomando en cuenta la actual situación política mundial, en comparación a cuando fue presidente de ALAS?

Lamentablemente creo que no hemos alcanzado todo el potencial que tiene ALAS porque es un organismo híbrido de empresas y asociaciones. Deberíamos tener más cooperación, más intercambio de información porque los gobiernos ya lo están haciendo. Antes de que empezara la digitalización y la automatización, los privados éramos más rápidos que los estados; hoy en día, estos son más rápidos. Hablan de un gobierno a otro de cómo van a eficientar el cobro o cómo van a uniformar medidas de sanidad, entre otras cuestiones. Cuando nos reunirnos los privados, pasamos por muchos mecanismos de representación y diversidad de ideas.

Creo que la potencialidad de ALAS, de coordinación, de información, de intercambio de experiencias, no se ha trabajado ni se le ha sacado el potencial que tiene. Ahí tenemos una tarea pendiente.

Actualmente, ALAS está en un proceso de revisión de sus estatutos para modernizarla, de llevarla a mayor participación, de tenerla más a tono con los tiempos y que sea más dinámica y participativa, considerando la digitalización y el comercio electrónico. Ese es el gran mensaje: en ALAS estamos en el proceso interno de visionar los próximos años.

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